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Esclerosis tuberosa

Es una enfermedad genética que por la alteración de dos genes (el TSC1 y el TSC2) se produce un crecimiento desordenado de tumores benignos en muchas partes del cuerpo, como puede ser la piel, el cerebro, el sistema nervioso, los riñones, el corazón, los ojos y los pulmones.

En el caso del cerebro, esta enfermedad genera tumores en la corteza del cerebro llamados tubers, debido a su gran parecido a los tubérculos o raíces. Otros tumores, llamados astrocitomas, pueden llegar a bloquear la circulación del líquido cefalorraquídeo y ocasionar un aumento de la presión intracraneal. Si estos tumores se convierten en gigantes pueden bloquear el líquido del cerebro y llegar a provocar hidrocefalia.

 

Al rededor del 80% de los pacientes con esclerosis tuberosa desarrollan una epilepsia muy grave, casi siempre fármaco-resiste, que deben ser valorados para cirugía. La repetición de crisis epilépticas puede repercutir en un retraso o una regresión psicomotora pudiendo provocar déficit de atención, hiperactividad o autismo.

Este síndrome, catalogado como enfermedad rara, tiene un alto componente genético (puede ser heredado del padre o la madre). Sin embargo, en la mayoría de los casos, ocurre por mutaciones espontaneas.

 

Síntomas

 

Tratamiento

No existe ningún tratamiento específico para la esclerosis tuberosa. Debido a que la enfermedad puede diferir de una persona a otra, el tratamiento se basa en los síntomas que presente el paciente:

  • Control de las crisis epilépticas: el primer fármaco que se recomienda para controlar las crisis epilépticas es la vigabatrina (su uso requiere un control periódico de la retina por posible atrofia del nervio óptico). Como alternativa a este fármaco, existen otros medicamentos epilépticos infantiles.
  • Disminución de los tumores cerebrales: los tumores cerebrales se pueden tratar con medicamentos llamados inhibidores como el everolimus.